sábado, 14 de mayo de 2011

CUENTO LLUVIOSO


LA INCREIBLE LLUVIA NEGRA. Pedro Pablo Sacristán

Gustavo Gruñetas nunca está contento con nada. Tenía muchos amigos y unos papás que le querían con locura, pero él sólo se fijaba en lo que no tenía o lo que estaba mal. Si le regalaban un coche, era demasiado grande o demasiado lento; si visitaba el zoo, volvía triste porque no le habían dejado dar de comer a los leones, y si jugaba al fútbol con sus amigos, protestaba porque eran muchos para un solo balón...

Pero no contaba Gustavo con Jocosilla, la nube bromista. Un día que paseaba por allí cerca, la nube escuchó las protestas de Gustavo, y corrió a verle. Y según llegó y se puso sobre su cabeza, comenzó a descargar una espesa lluvia negra. Era su broma favorita para los niños gruñones.

A Gustavo aquello no le gustó nada, y protestó aún mucho más. Y se enfadó incluso más cuando vio que daba igual a dónde fuera, porque la nube y su lluvia negra le perseguían. Y así estuvo casi una semana, sin poder escapar de la nube, y cada vez más enfadado. Gustavo tenía una amiguita, una niña alegre y bondadosa llamada Alegrita, que fue la única que quiso acompañarle aquellos días, porque los demás se apartaban por miedo a mojarse y acabar totalmente negros. Y un día que Gustavo estaba ya cansado de la nube, le dijo: ¿Por qué no te animas? Deberías darte cuenta de que eres el único niño que tiene una nube para él, ¡y encima llueve agua negra! Podríamos jugar a hacer cosas divertidas con la nube, ¿no te parece?

Como Alegrita era su única compañía, y no quería que se fuera, Gustavo aceptó de muy mala gana. Alegrita le llevó hasta la piscina, y allí le dejó hasta que toda el agua se volvió negra. Entonces fueron a buscar otros niños, y aprovechando que con el agua negra no se veía nada ¡estuvieron jugando al escondite! Aún a regañadientes, Gustavo tuvo que reconocer que había sido muy divertido, pero más divertido aún fue jugar a mojar gatos: Gustavo corría junto a ellos, y en cuanto sentían el agua, daban unos saltos increíbles y huían de allí a todo correr haciendo gestos divertidísimos.

En muy poco tiempo, todos los niños del pueblo estaban con Gustavo proponiendo e inventando nuevos juegos para la nube. Y por primera vez, Gustavo empezó a ver el lado bueno de las cosas, incluso de las que al principio parecían del todo malas.

Entonces la nube Jocosilla pensó en despedirse e ir con otros niños, pero antes de abandonar a Gustavo, le regaló dos días enteros de lluvias de colores, con las que inventaros los juegos más brillantes y divertidos. Y cuando desapareció, Gustavo ya no protestó; esta vez sabía fijarse en las cosas buenas, y se alegró mucho porque por fin estaba seco y podía volver a jugar a muchas cosas.

Y Colorín Colorado



2 comentarios:

  1. Me encanta el cuento Tita, lo único que no me gusta es que hiciera rabiar a los pobres gatos con sus juegos, pero bueno si al final aprendió la lección...de no quejarse tanto de todo y ver el lado positivo, aunque en la vida real a veces es inevitable quejarse no por lo que se tenga ó se deje de tener sino por otros motivos...
    Besitos y Buen Fin de semana

    PD. Aqui en Avila ha caido una tormenta de las gordas este mediodia, ya se estaba preparando desde por la mañana y no me han pillado en la calle por los pelos...

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  2. HERMOSO CUENTO TITA! LA LECCIÓN QUE NOS DEJA ES MUY IMPORTANTE. UNA LECCIÓN DE VIDA PARA TENER EN CUENTA SOBRE LO BUENO QUE TENEMOS Y QUE CADA PEQUEÑA COSA ES ALGO MARAVILLOSO EN NUESTROS DÍAS.
    UN ABRAZO ENORME!

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