jueves, 5 de septiembre de 2013

EL  UNICORNIO  DEL  CUERNO  DORADO. © Eva Luz García Velásquez


Hace mucho tiempo, existió un pueblo llamado Anisol, en el cual seres mágicos y no mágicos vivían pacíficamente y en amistad.

Un día, viajaban por el mismo camino, pero en sentido contrario, el cocinero del Rey y una bruja buena. Los caminantes no se dieron cuenta de la presencia del otro y… ¡Pum! Ambos se estrellaron y todas sus cosas volaron.

-¡Oh, discúlpeme!- dijo la bruja buena al cocinero- ¡Le ayudaré a recoger sus cosas! -¡Es usted muy amable!- dijo el regordete cocinero


Y cada uno se despidió con palabras corteses.

Al llegar al palacio, el cocinero se dispuso a preparar la tarta favorita del Rey: Tarta de ciruelas.

 Lo que el cocinero no supo fue que en el choque con la bruja buena, se había equivocado de fruta, y por lo tanto, tomó unas ciruelas del Bosque de los Cuernos Blancos, pertenecientes a la amable bruja. Solo los seres mágicos pueden comer frutos de ese bosque, en donde los unicornios corrían felices, así que la bruja blanca podía saborearlos sin ningún problema.

 Sin embargo, el cocinero no lo supo nunca, y cuando el Rey degustó la tarta, inmediatamente le creció un cuerno dorado. Y toda la corte estaba asombrada, y el Rey se dispuso a dormir, sintiéndose muy raro.

 Y fue así como, una noche de luna de plata, el Rey se convirtió en unicornio, y el cuerno dorado esa su corona. A partir de esa noche, todos los seres vivos se inclinaban al ver galopar al Unicornio del Cuerno de Oro.


Y  Colorín  Colorado

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