jueves, 7 de noviembre de 2013

EL  GLOBO  DORMILÓN. Versión  abreviada.  Cuentos  Infantiles-Org.


Era un hermoso parque con un estanque pequeño con patos y una fuente en el centro. En las tardes de otoño, el viento arrastraba las hojas secas y los  niños corrían. Los ancianos se sentaban en los bancos para dar migas a las palomas.

Parecía que el tiempo no existía en aquel parque y los niños pasaban las horas entretenidos con sus juegos.

Un payaso vendía globos de colores, rodeado por niños que lo veían inflar sus globos con helio. Y los globos quedaban flotando en el aire, tan sólo sujetos por el cordel. Los niños hacían colas para comprar sus globos y cuando un globo se le escapaba, gritaban maravillados disfrutando del espectáculo.


Globi era un globito fuerte porque lo habían llenado con mucho helio, su color era azul muy hermoso. Era sumamente curioso y no podía quedarse quieto, tanto que cuando un  niño  quiso comprarlo y el payaso lo liberó del manojo de globos, Globi se soltó y salió volando hacia el cielo. El payaso no podía hacer nada para atraparlo, por eso el globo se marchó libremente en busca de aventuras.

Globi anduvo dando vueltas hasta que su cordel quedó atrapado en el alero de un tejado. Intentó salir de allí, pero fue en vano.

Muy cerca del alero había una ventana enorme, Globi pudo llegar hasta ella inclinándose un poquito. Vio cómo jugaban unos niños dentro de la casa. Estuvo horas viendo a los pequeños, hasta que finalmente se quedó dormido.

Pasaron varios días igual, él los veía jugar y sentía alegría por ello, pero también sentía un poquito de envidia por no poder jugar con ellos. Se movía de un lado a otro para llamar su atención, pero no conseguía que lo vieran. Dormía mucho para juntar fuerzas para moverse más. Pero seguía cansado sin que lo vieran.

Un día hizo tanta fuerza para que lo vieran, que se pinchó en un clavito que había en la ventana. Esto hizo que saliera con tanta fuerza que el cordel se soltó de su amarre y el globo se elevó rápidamente.

Globi sabía que le quedaba poco aire, entonces se elevó más y más, como para tocar las nubes. Se elevó sobre las casas, sobre el campanario de la iglesia. Seguía, perdiéndose en la lejanía. Luego de un tiempo, ya no pudo volver a verse. Se perdió para siempre en el atardecer y seguramente está junto a las  estrellas, haciendo mimos a la luna.

Y  Colorín  Colorado

No hay comentarios:

Publicar un comentario